En estos últimos meses ,llevamos sufriendo y padeciendo en temas personales y familiares, algunos pequeños percances que a veces te hacen plantearte un cambio.
Por eso quiero compartir con todos este texto que me envía mi Gran Amiga MAR y ojala, os sirva para reflexionar e intentar ver siempre el lado positivo.
Cuando alguien sufre, sufre con independencia de cuál pueda ser el motivo, su situación económica, o social, o la laboral, o personal, sufre por tanto más allá de que, vista quizá desde una cierta distancia, su situación pueda parecer tal vez a veces buena o incluso en algún caso hasta envidiable. De ahí que la persona que está sufriendo pueda encontrarse en ocasiones doblemente indefensa, aislada y sola, a causa de su propio dolor y por la incomprensión con que puede encontrarse por parte de las personas que se encuentran a su lado. Por ello, la idea de huir, de escapar, de soñar con iniciar una nueva vida en algún lugar muy, muy lejano y remoto, suele ser a menudo recurrente en estos casos. Por que quien sufre, suele soñar con una tierra en donde sea posible encontrar tal vez un poco de sinceridad, o de justicia, o de comprensión, o de ternura, o de compasión que en su tierra de origen, o en donde sea más fácil poder encontrar un poco de apoyo, de paz y de serenidad interior. Quizá ese lugar exista, o tal vez no, o incluso es posible que sí exista pero que no lo sepamos encontrar, o que sí lo encontremos pero que no nos pueda curar como quisiéramos. Por que en ocasiones, el abrazo que necesitaríamos debería ser tan cálido y prolongado, la ternura tan inmensa y continuada, la comprensión tan extraordinaria y total, y el amor tan infinito y perdurable, que quizá, en el fondo, eso sea esperar demasiado, o soñar con algo que nada ni nadie nos podría dar nunca, ni en nuestra propia tierra ni en ningún otro lugar.
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