Texto enviado por una amiga del CLPP
A veces, dependiendo de nuestras propias circunstancias personales o de nuestro estado de ánimo, se nos hace muy difícil poder creer o seguir creyendo en algo o en alguien. No debería de ser así, pero nos cuesta. Así, hay momentos en que nos cuesta seguir creyendo en el periodismo, o en la política, o en la Justicia, o en la bondad esencial de la condición humana, pero incluso en esos momentos difíciles, siempre existe algo o alguien que nos demuestra que, por muy grande que pueda ser nuestro escepticismo en un momento determinado, no deberíamos dejar de creer y confiar nunca, entre otras razones porque el escepticismo y la negatividad absolutos nos suelen desgastar psicológica mente de una manera muy profunda y pueden impedir, además, posibles cambios a mejor. Yo creo en sentimientos como la amistad, la verdad, la empatía, la solidaridad, la comprensión o el amor, y también creo que existen siempre buenas personas, tal vez a lo mejor hoy pocas, pero existen, aquí y allá, antes y ahora, en cualquier momento de la historia y en todas partes. Por eso, en los momentos en que a veces parece que puede volver a flaquear de nuevo nuestra fe, quizá sea mejor dejar pasar el tiempo, reflexionar en silencio y serenamente sobre lo que nos ocurre, o soñar con la imaginación que en realidad estamos viviendo o nos encontramos en otro mundo, en un mundo mejor, en donde alguien está a nuestro lado, y cree, como nosotros, en la belleza de la vida, y en el mutuo respeto, y en la redención a través del amor.
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