ETA y la maldad

La maldad existe y también existen los malos. Lo sabemos desde siempre, desde la infancia, cuando leíamos las primeras fábulas, y los primeros relatos, y los primeros cuentos. Y lo aprendimos también en la escuela, sobre todo en las clases de Historia, y lo aprendimos igualmente en casa, escuchando o viendo los noticiarios de la radio o de la televisión. Los malos son los que se oponen a la razón o a la ley, los que carecen de bondad, los que actúan a traición. Los malos son los que matan, los que secuestran, los que extorsionan, los que practican cualquier tipo de violencia, los que quieren imponer sus objetivos a través del miedo y del terror. En nuestro país, los malos, aunque por desgracia no sean los únicos, tienen unas siglas concretas desde hace 50 años, las de la banda terrorista ETA. Desde siempre, sabemos también que los malos en ocasiones consiguen ganar, o que incluso pueden hacerlo durante un cierto período de tiempo prolongado, dejando a veces cientos o miles o cientos de miles de víctimas. Cada víctima es siempre una "victoria" para los asesinos, como ocurrió hace diez días en Palmanova. Cada amenaza también lo es, como ocurrió también ayer en Palma. Pero desde siempre sabemos también que los malos nunca ganan, por muchas que puedan ser sus brutales y asesinas "victorias" parciales. Por eso, gracias a todas las personas buenas, a todas las que se enfrentan a los malos con la razón y con la ley, estos malos, los malos de ETA, tampoco ganarán. Tampoco. Nunca lo harán.