En estos últimos meses ,llevamos sufriendo y padeciendo en temas personales y familiares, algunos pequeños percances que a veces te hacen plantearte un cambio.
Por eso quiero compartir con todos este texto que me envía mi Gran Amiga MAR y ojala, os sirva para reflexionar e intentar ver siempre el lado positivo.
Cuando alguien sufre, sufre con independencia de cuál pueda ser el motivo, su situación económica, o social, o la laboral, o personal, sufre por tanto más allá de que, vista quizá desde una cierta distancia, su situación pueda parecer tal vez a veces buena o incluso en algún caso hasta envidiable. De ahí que la persona que está sufriendo pueda encontrarse en ocasiones doblemente indefensa, aislada y sola, a causa de su propio dolor y por la incomprensión con que puede encontrarse por parte de las personas que se encuentran a su lado. Por ello, la idea de huir, de escapar, de soñar con iniciar una nueva vida en algún lugar muy, muy lejano y remoto, suele ser a menudo recurrente en estos casos. Por que quien sufre, suele soñar con una tierra en donde sea posible encontrar tal vez un poco de sinceridad, o de justicia, o de comprensión, o de ternura, o de compasión que en su tierra de origen, o en donde sea más fácil poder encontrar un poco de apoyo, de paz y de serenidad interior. Quizá ese lugar exista, o tal vez no, o incluso es posible que sí exista pero que no lo sepamos encontrar, o que sí lo encontremos pero que no nos pueda curar como quisiéramos. Por que en ocasiones, el abrazo que necesitaríamos debería ser tan cálido y prolongado, la ternura tan inmensa y continuada, la comprensión tan extraordinaria y total, y el amor tan infinito y perdurable, que quizá, en el fondo, eso sea esperar demasiado, o soñar con algo que nada ni nadie nos podría dar nunca, ni en nuestra propia tierra ni en ningún otro lugar.
lunes, 27 de julio de 2009
viernes, 10 de julio de 2009
Seguir Creyendo
Texto enviado por una amiga del CLPP
A veces, dependiendo de nuestras propias circunstancias personales o de nuestro estado de ánimo, se nos hace muy difícil poder creer o seguir creyendo en algo o en alguien. No debería de ser así, pero nos cuesta. Así, hay momentos en que nos cuesta seguir creyendo en el periodismo, o en la política, o en la Justicia, o en la bondad esencial de la condición humana, pero incluso en esos momentos difíciles, siempre existe algo o alguien que nos demuestra que, por muy grande que pueda ser nuestro escepticismo en un momento determinado, no deberíamos dejar de creer y confiar nunca, entre otras razones porque el escepticismo y la negatividad absolutos nos suelen desgastar psicológica mente de una manera muy profunda y pueden impedir, además, posibles cambios a mejor. Yo creo en sentimientos como la amistad, la verdad, la empatía, la solidaridad, la comprensión o el amor, y también creo que existen siempre buenas personas, tal vez a lo mejor hoy pocas, pero existen, aquí y allá, antes y ahora, en cualquier momento de la historia y en todas partes. Por eso, en los momentos en que a veces parece que puede volver a flaquear de nuevo nuestra fe, quizá sea mejor dejar pasar el tiempo, reflexionar en silencio y serenamente sobre lo que nos ocurre, o soñar con la imaginación que en realidad estamos viviendo o nos encontramos en otro mundo, en un mundo mejor, en donde alguien está a nuestro lado, y cree, como nosotros, en la belleza de la vida, y en el mutuo respeto, y en la redención a través del amor.
A veces, dependiendo de nuestras propias circunstancias personales o de nuestro estado de ánimo, se nos hace muy difícil poder creer o seguir creyendo en algo o en alguien. No debería de ser así, pero nos cuesta. Así, hay momentos en que nos cuesta seguir creyendo en el periodismo, o en la política, o en la Justicia, o en la bondad esencial de la condición humana, pero incluso en esos momentos difíciles, siempre existe algo o alguien que nos demuestra que, por muy grande que pueda ser nuestro escepticismo en un momento determinado, no deberíamos dejar de creer y confiar nunca, entre otras razones porque el escepticismo y la negatividad absolutos nos suelen desgastar psicológica mente de una manera muy profunda y pueden impedir, además, posibles cambios a mejor. Yo creo en sentimientos como la amistad, la verdad, la empatía, la solidaridad, la comprensión o el amor, y también creo que existen siempre buenas personas, tal vez a lo mejor hoy pocas, pero existen, aquí y allá, antes y ahora, en cualquier momento de la historia y en todas partes. Por eso, en los momentos en que a veces parece que puede volver a flaquear de nuevo nuestra fe, quizá sea mejor dejar pasar el tiempo, reflexionar en silencio y serenamente sobre lo que nos ocurre, o soñar con la imaginación que en realidad estamos viviendo o nos encontramos en otro mundo, en un mundo mejor, en donde alguien está a nuestro lado, y cree, como nosotros, en la belleza de la vida, y en el mutuo respeto, y en la redención a través del amor.
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